La ciudad de Tivoli

La ciudad de Tivoli está situada en las laderas de las montañas Tiburtini al este de Roma. Fue construida a lo largo del río Aniene y ha gozado desde la antigüedad de condiciones favorables desde el punto de vista climático y estratégico, controlando todo el tráfico desde y hacia Abruzzo. Se dice que su origen viene del nacimiento del pueblo latino “Tibur” en el 1215 a.C. y que muy pronto sufrió la influencia de la ciudad de Roma conectada a la acrópolis de “Via Tiburtina”. El esplendor y la fama de esta ciudad se deben a los grandes complejos arquitectónicos como Villa Adriana de la época romana, Villa d’Este del siglo XVI y Villa Gregoriana.

La principal transformación urbana de Tivoli se llevó a cabo en el siglo II a.C. con la construcción de impresionantes edificios como el Templo de Ercole Vincitore (sobre cuyas ruinas fue construido un convento a finales del 400 y a finales del 700 molinos y fábricas de papel), que actualmente están en proceso de excavación arqueológica y restauración, el Tempio della Tosse, el Foro (donde hoy se encuentra Piazza del Duomo), la planta rectangular del templo, según “Sibílla”, es aquel de planta redonda llamado “Vesta” (convertidas más tarde en iglesias) el Anfiteatro Romano llamado “Bleso” erigido en las proximidades de la Rocca Pia (construido en 1461 a pedido de Papa Pío II).

La construcción de la hermosa Catedral de San Lorenzo (en lugar del foro) se remonta a la Edad Media. Otras maravillas arquitectónicas se las debemos a Federico Barbarroja, quien hizo construir las nuevas murallas de la ciudad edificando casas-torres en puntos estratégicos; por no mencionar el Palacio dell’Arengo, la Torre del Municipio y la iglesia de San Michele.

Desde 1500 en adelante, Tivoli se enriqueció con la construcción de nuevos edificios como la Villa d’Este, varios palacios como Palazzo Cenci-Alberici, Trevio, Bellini, Posterla y muchos otros, el nuevo edificio municipal (sobre parte de la muralla romana) y más tarde las dos principales iglesias de la ciudad: la Catedral de San Lorenzo (1635-1640) y la Iglesia de Jesús destruida como consecuencia de los bombardeos aéreos de Mayo de 1944.

1826 fue un año muy triste para la ciudad que sufrió graves daños debido al crecimiento del río Aniene; gracias a este desafortunado evento el Papa Gregorio XVI encargó un trabajo significativo de desvío del río, dos túneles fueron cavados debajo del Monte Catillo, generando una gran cascada con una caída de más de 100 metros de la Villa Gregoriana.